¿Y si dejamos de normalizar sentirnos un fraude por escribir a nuestra manera?
Hace unos años, cuando hice mis primeros cursos de escritura, como alumna, los ojitos me brillaban con cada nueva cosa que aprendía.
Recuerdo con cariño el día en el que me enseñaron que para escribir un relato era imprescindible un esquema. Para entonces yo ya había escrito varios relatos y ninguno me parecía especialmente bueno. Había ganado algún concurso y me habían seleccionado para publicar en revistas universitarias, pero yo estaba segura de que se podía hacer mejor. Así que en cuanto pude me metí en un curso y lo primero que me dijeron fue lo del esquema.
Y me encantó la idea. De hecho, me convertí en la mejor creadora de esquemas de cuentos del curso. Los dividía en plano factual, plano emocional y plano simbólico y me quedaban preciosos. Mi profe me felicitó, mis compis me los pidieron de ejemplo y yo estaba tan feliz que no me di cuenta de lo que se me venía encima.
¿Sabes cuántos de los esquemas que hice se convirtieron en relatos?
Un total de ceromil cerocientos cero cero.
¿Y sabes lo que pensé cuando me di cuenta?
Que no servía para ser escritora, que había algo malo en mí, que jamás terminaría una novela, que mejor dejarlo.
Momento para recordar que ya había ganado concursos y publicado en revistas. Lo que no había hecho era confiar en mi intuición ni informarme de que había más de una manera de escribir; entre ellas, la mía.
Moraleja: el método es lo de menos. Lo de más es la escritura.
Así que ayer, cuando una escritora de mapa me preguntó por Escribe sin Planificar, porque quería probar otra manera de enfocar la escritura, me alegré mucho. Porque eso significa que hay personas dispuestas a probar, a experimentar y a conocer mejor sus procesos creativos sin miedo a ser ellas mismas.
No hay un mal método para acercarse a la creación literaria.
Ni hay un método que te garantice que tu novela vaya a ser buena, ni mucho menos a tener éxito.
Existen metodologías que te ayudan y metodologías que te bloquean. Y aprender consiste en distinguir a unas de otras y escoger las que te sirven.
A veces, lo que te resulta útil es tomar un poco de aquí y un podo de allí, lo cual es PERFECTO.
A las lectoras les da igual qué cantidad de planificación lleva tu novela o si la reescribiste ocho veces porque eres de brújula.
Las lectoras quieren historias en las que sumergirse y personajes a los que amar u odiar.
Así que prueba todos los métodos que quieras hasta que des con uno que te sirva o hasta que encuentres el tuyo.
«Escribe sin planificar» es uno. Ojalá sea el que te desbloquee para siempre.