Alicia Pérez Gil: elijo escribir
La Escribeteca
¿Se puede planificar sin planificar?
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¿Se puede planificar sin planificar?

Hola, jelou, ¿cómo estás?

Yo bien, lo cual es muy extraño pero igualmente cierto.

De hecho, sigo procesando el hecho de que el otro día le envié un correo a una persona que tardaba en contestarme y pensé «se le habrá ido a la carpeta de SPAM». Que te parecerá poca cosa, pero en cualquier otro momento habría pensado «Me odia y se está riendo a mis espaldas de lo mal que redacto correos profesionales».

Brutal el cambio, pero no he venido a hablar de eso… aunque un poco igual sí.

Porque lo de planificar sin planificar tiene más que ver con confiar, adaptar y practicar que con otra cosa. Un poco lo que le pasa a mi cerebro con lo de sobrepensar (que no me he quitado del todo, pero estoy en ello): o confías en que todo va bien, respiras hondo y sigues, o… Bueno, si sobrepiensas ya sabes de qué va la cosa y si no, pues me das mucha envidia :)

Pero a lo que vamos: ¿por qué a las escritoras de brújula nos pone los pelos de punta la idea de planificar?

El tema es que, para nosotras, corrígeme si me equivoco, la palabra “planificar” suena a tablas, fichas, estructuras rígidas… en definitiva, a algo que ahoga nuestra creatividad.

Uno de los motivos es que la gracia de ser brújulas es dejar que las ideas fluyan, fantasear, perderse en la historia, etc. No sé si a ti te pasa. Yo, en mis mejores momentos, paso mucho tiempo con mis personajes y me divierto mucho (o a veces sufro) con ellos.

La parte menos buena de esto es que, por muy divertido que sea, también es un poco caótico. Y, bueno, yo no tengo nada en contra del caos, excepto por el hecho de que no suele ayudarme a llegar a donde quiero, que es a terminar el primer borrador de mi historia.

Porque, y esto es lo importante: el primer borrador de la novela es el mapa de las escritoras de brújula. Y nuestro mayor desafío es terminarlo sin morir en el intento.

¿Y cómo he descubierto que podemos hacer esto? PLANIFICANDO SIN PLANIFICAR.

Aunque antes de nada hay que dejar clara una cosa: fantasear y juguetear con la idea ya es una forma de planificación. Otra cosa es que esa forma de planificación esté aceptada por los gurús del buen hacer canónico.

Si te importa la opinión de esos señores igual no estás en la newsletter correcta, yo ahí lo dejo.

Cuando imaginamos escenas sueltas, cuando jugamos con nuestras ideas, ya estamos organizando mentalmente nuestra historia. El problema es que, si no le damos cierto orden al asunto, corremos el riesgo de quedarnos atrapadas en el bucle de nuestra parte favorita o de la parte que peor creemos que hemos escrito.

La solución a esto está en entrenar nuestra brújula.

Mira, hace poco empecé a aprender mecanografía porque escribo con dos dedos, lo que me obliga a mantener la cabeza baja, lo que es una tortura para mi espalda. Al principio no sabía ni dónde estaban las teclas, pero con la práctica, mis dedos empezaron a moverse solos. Despacio, lo confieso, pero solos. Y para lograrlo no seguí un plan, simplemente repetí y confié en el proceso. El proceso, como recompensa, desarrolló mi memoria muscular.

Esto es justo lo que necesitamos en la escritura. En lugar de forzarnos a seguir una estructura incómoda, podemos entrenar nuestra intuición para que nos guíe hasta el final de la novela.

¿Cómo lo hacemos? Mediante confianza y adaptación.

Te pongo un ejemplo:

Yo sé que una de las cosas que me pasan como brújula es que me obsesiono con un escenario o con una anécdota y siempre que pienso en mi historia acabo volviendo a esa anécdota.

En concreto, ahora mismo tengo a un personaje que se llama Dalivari y es mensajero (pun intended) yendo de camino a un sitio. Por algún motivo, estoy obsesionada con esa escena, lo que sé que me impide ver la totalidad de la intervención de Dalivari en la trama.

Para sacarme a mí misma del bucle, la práctica me ha llevado a diseñar una lista de preguntas muy larga (30 en concreto) que me ayuda a salir de esos atolladeros. ¿Y cómo la uso? Pues en dos fases:

FASE 1: Decido creer que esta escena y este personaje son importantes.

FASE 2: Sigo fantaseando, pero mediante la aplicación de las preguntas adecuadas.

En este caso son preguntas relativas a sus experiencias pasadas en esa ruta; lo que espera encontrar al final; si pasa algo por el camino que sea un problema y si lo que espera se cumple. Solo con esa información ya puedo sacar al mensajero de ahí y llevarlo al siguiente punto.

Yo creo que esto no es planificar, sino conocerse.

Cómo puedes aplicar esta técnica:

  1. Reconoce tus patrones: lo primero es que identifiques esas escenas o personajes con los que te obsesionas. No luches contra esa fijación, confía en que has detectado una parte clave de tu historia. Dale espacio a esa escena o anécdota, porque está ahí por una razón.

  2. Hazte preguntas: una vez que hayas reconocido tu fijación, adapta tu enfoque mediante preguntas que te ayuden a ver más allá de esa escena. Algunas preguntas que podrían servirte, así en general, son:

    • ¿Qué es lo que realmente quiere este personaje?

    • ¿Qué pasó antes de esta escena que llevó a este momento?

    • ¿Cómo se siente el personaje al pasar por esta situación?

    • ¿Qué consecuencias tiene esta escena para este personaje?

    • ¿Qué obstáculos inesperados podrían surgir?

    Estas preguntas te permiten jugar con las posibilidades sin planificar de forma rígida, pero también te sacan del bucle de esa escena en concreto.

  3. Confía en tu intuición: sigue confiando en que tu brújula te llevará al lugar correcto, pero adapta el proceso para que el trayecto sea más fluido y menos caótico.

Este enfoque no es más que una forma de entrenar tu brújula para que te guíe hacia donde necesitas llegar: el final de tu primer borrador.

Por supuesto, para que la técnica funcione, necesitas hacerte las preguntas adecuadas, pero esa es otra historia y hablaremos de ella en otra ocasión…

En concreto, la semana que viene.

Hasta entonces, escribe todo lo que puedas,

y ni una sola palabra más.

Un abrazo:

Alicia

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