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Alicia Pérez Gil: elijo escribir
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Protagonistas que lloran demasiado
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La Escribeteca

Protagonistas que lloran demasiado

Sécales las lágrimas y haz la historia más jugosa

jun 06, 2025
∙ De pago
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La vida de la mentora literaria está más llena de patrones que el taller de una modista y hoy vengo a hablar de uno que nos trae por la calle de la amargura y a mí y a una autora que se ha sacado de la manga 170 000 palabras de novela. Palabras anegadas en lágrimas. En serio, abres el manuscrito en drive y se te empaña la pantalla por la condensación.

No, no soy una de esas profes que se ríen de sus alumnas en redes. Ella y yo hacemos muchas de estas bromas y la verdad es que nos reímos bastante. Al final, lo bueno de ver un patrón es que puedes deshacerlo. Y a eso hemos venido aquí.

¿Por qué las protagonistas femeninas lloran tanto?

En pleno 2025 cabría esperar que el nivel de lacrimogenitud en ficción se hubiera equilibrado un poco, pero no. Las que más lloran son las mujeres y lo hacen, por lo general, porque son unas intensas, porque se lo hacemos pasar fatal y porque no les damos un buen repertorio de herramientas emocionales.

En el caso de mi alumna, su personaje principal lo siente todo a flor de piel. El problema es que esa sensibilidad se manifiesta, casi siempre, de la misma manera: a lágrima viva. Esta chica llora por frustración, por tristeza, por alegría, por estrés, porque mueren sus padres, porque se le pierde el boli, porque llueve, porque hace sol…

La cuestión es que, aunque sepas que tu prota está a ataque de llanto y medio de la deshidratación, una cosa es saberlo y otra saber ponerle remedio. Así que hoy voy a hacer todo lo posible para explicarte un método paso a paso que te ayudará a transmitir la emoción sin lágrimas y con más fuerza que el huracán Melody: valiente, poderoso y todo lo demás.

¿Y por qué las profes, editoras y correctoras parecemos un lobby antillanto?

No es por manía, te lo aseguro. Así, de repente, se me ocurren tres razones por las que hacer llorar a tus personajes constantemente no es buena idea alargo plazo:

1 Desgastas el recurso

Imagínate que tus lágrimas son azafrán, una especia sabrosa y muy cara. Si la incorporas a todos los platos, tus recetas de pescado sabrán igual que las de pollo y el pobre azafrán, con lo caro que es, perderá su toque.

Pues con los lloros pasa lo mismo: si un personaje llora en la página 20 porque se le quema la tostada, en la 40 porque su novia la deja y en la cien porque ha suspendido las oposiciones, para cuando muera su mejor amiga en la página 130 el recurso habrá perdido efectividad. Hbrás acostumbrado a tu lectora a las lágrimas y, cuando llegue la escena donde DE VERDAD necesitas que el llanto sea desgarrador, ya no hará efecto.

2 Llorar es contar que duele y nos gusta más que nos muestren el dolor

Ya, ya sé que estás harta de oír lo de «muestra, no cuentes», pero en este caso es fundamental. «Se puso a llorar» es contarle a la lectora que el personaje está triste. Las lágrimas funcionan como una etiqueta.

El trabajo de una autora es hacer que la lectora sienta esa tristeza. ¿Y cómo es la tristeza en el mundo real? Pues depende de la persona y la situación, pero puede manifestarse como un nudo en el estómago, un cambio drástico en la temperatura corporal, manos que tiemblan, la necesidad de mirar a un punto fijo en la pared para que el mundo no se te venga abajo… las posibilidades son casi infinitas.

Todas esas sensaciones ayudan a mostrar la tristeza. Si de paso las ordenas de manera ascendente, puedes enriquecer la, digamos, pirámide del dolor.

3 un personaje que solo llora es más plano que otro con un rango emocional mayor

Los seres humanos somos complejos. Reaccionamos al dolor con ira, con silencio, sarcasmo, calma o poniéndonos a limpiar los azulejos de la cocina como si nos fuera la vida en ello. Si tu protagonista solo llora, corres el riesgo de que parezca un personaje plano, cuando en tu cabeza lo percibes como un universo entero.

Darle más reacciones la hace más real.

Vale, este apartado y el anterior están muy relacionados, pero el matiz es importante.

¿Y cómo arreglas el exceso de lágrimas sin echarte a llorar en el intento?

Bien, te has dado cuenta de que llevo razón y no solo eso: tienes un manuscrito de cientos de páginas en el que la protagonista llora cada dos por tres. ¿Qué haces?

Sencillo: aplicas un triaje, como en las urgencias de un hospital. Sistemático y sin piedad.

Esto tiene tres pasos: inventario, clasificación y sustitución

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