Mamá me vistió de bailarina tailandesa.
Mamá me vistió de piloto de aeroplano.
Mamá me vistió de profesora de inglés.
Mamá me vistió de emperador romano.
Encontré por sorpresa unas canicas,
unas piezas de madera roja y verde,
y también pegamento apelmazado.
Aquel día me cambió la suerte.
Construí una casa con las piezas,
me guardé las canicas en la mano,
con la otra sostuve el pegamento.
Como siempre, mamá se levantó temprano.
Llegó hasta mi cuarto, silenciosa.
Me llevaba un traje de payaso.
Tiré las canicas a sus pies y
miré como caía. Al suelo.
Muy despacio.
La escondí en mi casa de madera
y sellé la puerta con esmero
Me deshice, claro está, de las canicas.
Cuando llegó papá, ya había muerto.
Miró el hombre alrededor,
me revolvió un poquito el pelo.
Se quitó al fin su traje de azafata
y sugirió: ¿Compramos otro Lego?