Bienvenidas a un nuevo episodio del pódcast de La Escribeteca. Hoy vamos a hablar de un enfoque que, en lo personal, ha cambiado completamente mi manera de escribir y también la forma en que disfruto del proceso. Se trata de algo muy sencillo pero a la vez profundamente liberador: Menos planificación, más escritura orgánica.
Quiero que te tomes un momento para reflexionar: ¿Cuántas veces te has sentido atrapada, intentando planificar cada detalle antes de siquiera empezar a escribir? Hoy te quiero compartir una alternativa que no solo te ayudará a avanzar, sino que te permitirá crear de una forma más genuina, más libre. Hablaremos de cómo hacer preguntas adecuadas a tu historia, de cómo escucharla y de cómo aprender a dejar que ella misma te sorprenda. Y ojo, que no soy nada partidaria de decir cosas como que los personajes toman decisiones o que la historia me habla. Soy muy consciente de que todo esto es fruto de mi actividad cerebral. Lo que pasa es que el proceso es tan orgánico, tan fluido, que nos parece independiente, pero no lo es.
Ya sabes que yo creo en el esfuerzo que hacemos las escritoras y que entes extraños como las musas me ponen de los nervios.
Dicho esto, vamos con lo que importa:
El problema con la planificación excesiva
Muchas de nosotras hemos crecido o nos han reprogramado con la idea de que la planificación es la clave, la única clave para escribir una buena historia. Que si no tenemos la trama completamente cerrada, si no conocemos cada giro y cada movimiento de nuestros personajes, entonces estamos destinadas a fracasar. Es normal que creamos que la planificación es la única vía, porque es la idea más extendida en escuelas de escritura, en blogs, y hasta en redes sociales como Instagram o TikTok. Se nos ha enseñado que sin un plan detallado estamos fallando o en el camino de fracasar, y eso genera mucha presión y, a veces, hasta miedo a empezar. Pero hoy quiero hablarte de otra forma de abordar la escritura, una forma más orgánica que te puede liberar de lo que las escritoras de brújula percibimos como cadenas y te ayudará a escribir con mayor libertad.
Porque la planificación excesiva puede volverse una jaula que nos limita, que nos impide explorar nuevas direcciones y que nos deja atrapadas en nuestros propios esquemas. O en los esquemas de los demás, que es peor. A veces, por querer tener todo resuelto antes de comenzar, terminamos no empezando nunca. Nos cargamos con fichas, esquemas y mapas, y al final no hay ninguna página escrita.
Créeme, esa situación es un asco. Lo sé porque he estado ahí.
Entonces, ¿qué podemos hacer para evitar esta trampa?
La alternativa: hacer preguntas adecuadas
La alternativa a esta planificación rígida es mucho más sencilla y eficaz de lo que parece.
Puede que pienses que voy a proponerte crear una escaleta más flexible o usar una aplicación de notas que te permita mantener el orden sin ser tan rígida. Tal vez estés esperando que te recomiende técnicas para organizar ideas sin estructurar demasiado, como el método del ‘copo de nieve’ o el uso de tarjetas de escena que puedas mover según te convenga. Pero la verdad es que lo que voy a proponerte es un enfoque distinto, uno que puede sonar más arriesgado, pero que es, en realidad, muy liberador.
Se trata de hacerle las preguntas adecuadas a tu historia y dejar que ella misma te vaya respondiendo mientras avanzas. En lugar de intentar tenerlo todo bajo control, pregúntale a tu historia: «¿Por qué este personaje está actuando de esta manera?», «¿Qué conflicto está latente que aún no ha estallado» «¿Qué es lo peor que podría pasar ahora mismo»?». Estas son algunas de las preguntas de las que hablo en mi programa Escribe sin planificar. Personalmente, trabajo con un corpus de 30 preguntas que me hago siempre en el mismo orden, aunque las respuestas aparecen un poco en el orden que les da la gana. Sea como sea, al final de la batería, tengo un esbozo de la historia muy sólido, no he hecho ninguna escaleta y puedo seguir trabajando mi idea sin la sensación de haberla agotado.
La cuestión es que no necesitamos conocer cada movimiento de nuestros personajes antes de empezar, ni cerrar la trama perfectamente desde el principio. Lo que realmente necesitamos las autoras de brújula alérgicas a los mapas es aprender a escuchar a las historias y darles el espacio necesario para que nos sorprendan. Cada respuesta que obtenemos al hacerles preguntas se convierte en un paso hacia delante, en un peldaño que nos saca del pozo de la planificación.
¿Se puede entrenar la intuición?
Sé que puede resultar difícil abrazar esta nueva forma de trabajo, especialmente cuando hemos estado tan acostumbradas a seguir un plan detallado y minucioso. O a intentarlo al menos. Cambiar el enfoque de la planificación rígida a algo más orgánico puede parecer un salto al vacío, y es normal que eso dé miedo. Lo importante aquí es aferrarnos a la idea (cierta, por otra parte), de que esa incomodidad inicial es parte del proceso de reconectar con nuestra intuición y confiar en ella.
Cuando comenzamos a hacer preguntas adecuadas a la historia, empezamos a entrenar la intuición creativa. Dicho de otra manera, nos aseguramos de que nuestra brújula apunta al norte. No se trata de simplemente improvisar sin rumbo, sino de confiar en lo que ya sabemos gracias a años de lectura, películas y hasta anuncios. Al hacer preguntas bien planteadas en lugar de planificar cada detalle, dejamos que la historia se desarrolle de manera orgánica, sin forzarla a seguir un camino preestablecido.
Esto te permite conectar con tu propia voz, con tus ideas auténticas. Al final, entrenar la intuición es una habilidad que nos permite avanzar sin sentirnos limitadas por los estándares o esquemas de lo que «debería» a ser la historia.
Mi experiencia personal: soltar la planificación
La historia nació en Madrid y yo estaba esperando al autobús en una palabra de autobús y había un anuncio de bañadores de H&M. Y me quedé pensando lo que hacemos las personas para parecernos a estas mujeres que ni siquiera ellas se parecen a los carteles de los que salen.
Y pensé, ¿y si fuera al revés?, ¿y si pasara algo que nos hiciera operarnos para tener cicatrices o para sacarnos un ojo o para hacernos cojos o si nos amputáramos miembros solo para encajar con la mayoría?
Ese fue el germen de la historia. Entonces, claro, yo me inventé un terremoto a nivel global que hacía que mutara el ADN humano. No sé si esto siquiera es posible, pero es como la premisa de la historia. Y por eso todo el mundo nacía asimétrico.
Ahora el ideal de belleza humana no tiene nada que ver con la simetría. Las personas que nacían simétricas, con el aspecto normativo o que se entiende por belleza, ahora tenían que operarse para encajar en la sociedad. Una sociedad, además, que no tiene industria, que es hiperreligiosa y que condena la caza, la agricultura, y condena toda la transformación del entorno. Entonces, en mi historia, quería explorar esas dos cosas.
La cuestión es que, para que tuviera algún tipo de interés para mis lectoras, yo tenía que crear unos personajes determinados. Empecé a estudiar libros sobre creación de personajes, sobre estructura y se me llenó tanto la cabeza de conocimiento que yo no era capaz de procesar porque no era capaz de adecuarlo a la historia que quería escribir.
El primer borrado de la historia está escrito. Son como unas 60 000 o 70 000 palabras, pero lo tengo que revisar y terminar. Pero, para mí, volver a ese manuscrito es como volver a la cárcel. Entonces sé que lo que tengo que hacer es sacar a mis pobres personajes de la capeta donde los tengo metidos y tengo que lanzarles esas 30 preguntas para ver qué me contestan, para ver qué tengo que quitar de la historia o si necesito meter cosas nuevas.
Y, de hecho, escribiendo esto, o más bien estudiando para escribir esto, me di cuenta de que todo ese conocimiento me servía menos que todos los años que me había pasado escribiendo de manera intuitiva.
La magia de dejar ir y el concepto de Intuición Guiada
Cuando dejamos de preocuparnos por controlar cada detalle y, en su lugar, nos enfocamos en dialogar con nuestra historia, empezamos a ver cómo se desarrolla de una manera mucho más natural. La historia respira, crece, se transforma en algo más vivo y genuino. Esto es lo que yo llamo Intuición Informada de Autora.
Es un proceso en el que te permites sorprenderte y disfrutar de cada descubrimiento, en lugar de intentar forzar que todo encaje en un esquema que tal vez no funcione. Escribir de esta manera no solo es liberador, sino que también hace que el proceso sea mucho más emocionante y auténtico.
Intenta escribir con preguntas y cuéntame tu experiencia
Quiero invitarte a que lo pruebes. La próxima vez que te enfrentes a la página en blanco, en lugar de preocuparte por si tienes todo planeado, acuérdate de que, mientras muchas escritoras siguen buscando cómo planificar hasta el último detalle, tú puedes hacer preguntas abiertas para que tu historia respire y crezca a su manera. En Escribe sin planificar encontrarás seis preguntas para dialogar con tu protagonista y sus circunstancias, seis preguntas para que tu protagonista dialogue con su entorno. Seis más para que la pobre entienda qué pasaría si todo le saliera mal, seis para ampliar el casting de tu obra, otras seis para averiguar qué demonios pasa en términos de hechos y eventos y las seis últimas, para atar el final de la historia. O los finales, porque en la primera versión de una novela nada tiene por qué ser definitivo.
Gracias por acompañarme en este episodio. Recuerda que la escritura es un viaje y, como todo viaje, es mucho más interesante mirar a ambos lados del camino que analizar la letra pequeña de los mapas.
¡Hasta la próxima!
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