He encontrado una manera de hacer que escribir nuestras historias se convierta en algo inevitable. Y lo mejor de todo es que no se trata de nada complicado ni mágico. Está al alcance de todas nosotras.
Solo tenemos que crear una situación de Ganar - Perder: nosotras ganamos, y la complejidad pierde. Si has leído mis últimos correos, sabrás a qué me refiero con complejidad. Pero por si acaso…
¿Qué significa ganar y dejar que la complejidad pierda?
Significa que podemos y debemos darnos más libertad de la que solemos permitirnos a la hora de escribir. Que hay que soltar las altísimas expectativas a las que nos sometemos y simplemente empezar a escribir sin preocuparnos demasiado de si lo que estamos haciendo está «bien» o «mal». Hay que darse permiso para ganar en placer de escribir y perder en miedo a equivocarnos.
De hecho, mi recomendación es bajar las expectativas a unos niveles anormalmente bajos. ¿Por qué? Porque, de esa manera, no escribir se convierte en la peor decisión posible. Cuando escribir una sola frase ya supone un éxito, es mucho más fácil lanzarse. Y ahí el acto de escribir se vuelve inevitable.
Bajar las expectativas: cuestión de estrategia
Bajar nuestras expectativas no es sinónimo de renunciar a la calidad, ni a querer que nuestra historia sea buena. Es una estrategia para avanzar. Muchas veces, la búsqueda de la perfección inmediata se convierte en un obstáculo insuperable. Nos impide continuar porque nos da miedo escribir algo que no esté a la altura de nuestras expectativas. Y digo expectativas por no decir exigencias…
Pero la realidad es que el valor de cada historia va mucho más allá de su primera versión. La primera versión es simplemente eso: una prueba. Una manera de ver hasta dónde da de sí la historia, un campo abierto a la experimentación para que la creatividad fluya sin restricciones. En esas primeras páginas, no se trata de ser perfectas, se trata de ser valientes y poner las palabras en el papel, por imperfectas que sean.
La magia de soltar el miedo a equivocarnos
Cuando soltamos ese miedo a equivocarnos y nos permitimos escribir con expectativas más realistas, algo mágico sucede: las palabras comienzan a fluir. No siempre será fácil, no siempre será rápido, pero escribir se convierte en algo más accesible, menos amenazante. Y de repente, la página en blanco ya no parece un enemigo, sino un lienzo donde podemos empezar a dibujar, con conciencia de que siempre habrá tiempo para mejorar más adelante.
Una vez que logramos superar estos primeros desafíos, estamos listas para trabajar en versiones más pulidas de la historia. Y a partir de ahí, tramas y personajes cobran vida, porque ya no estamos luchando contra la complejidad, sino avanzando con la libertad de haber dejado atrás un montón de lastre en forma de expectativas poco realistas.
Haz que escribir sea inevitable
Si queremos descubrir cómo hacer que la escritura sea inevitable, empecemos por bajarle el volumen a esa voz crítica que todas llevamos dentro. La que nos dice que no es suficiente, que no estamos haciendo un buen trabajo. Démosle más espacio al placer de escribir, al simple hecho de disfrutar el proceso. Porque la escritura es un viaje, no un destino inmediato.
Escribe sin buscar la perfección desde el primer momento. Deja que el borrador sea una prueba. Y si quieres unirte a otras escritoras que también están aprendiendo a disfrutar de este proceso sin la presión de ser perfectas, te invito a unirte a Escribe sin planificar. El programa de siete días en el que la complejidad pierde y nuestra historia gana.
Escribir puede ser un reto, pero también puede ser inevitable cuando nos permitimos ganar el placer de crear y perder el miedo al error. Al final, de eso se trata: de convertir el miedo en palabras y el bloqueo en movimiento.
¡Qué bueno Alicia! Gracias 😻